En ocasiones, un navegante se enfrenta a la opción de utilizar componentes no marinos, como aceites, lubricantes, filtros o componentes eléctricos, incluidas las baterías. En algunos casos, estos productos son más baratos o más fáciles de conseguir en la tienda local de repuestos de automóviles, pero su uso en tu embarcación o motor marino puede causar problemas a largo plazo. La mayoría de los productos automotrices no están diseñados para su uso en un entorno marino, lo que puede acortar la vida útil y provocar averías inesperadas. Los ciclos de trabajo y las condiciones de funcionamiento en el agua son muy diferentes que en la tierra y, en la mayoría de los casos, mucho más duros, sobre todo porque los motores marinos suelen funcionar con cargas elevadas y revoluciones más altas durante períodos más largos que los motores de los automóviles. El entorno altamente corrosivo que se encuentra en el agua, especialmente si operas en agua salada o salobre, también puede hacer que las piezas no marinas fallen rápidamente. Puede resultar tentador ahorrar dinero en piezas de recambio más baratas, pero la factura de mantenimiento puede salir muy cara.